Ir al contenido principal

La Iglesia y sus miembros en medio de la tensión política de Uruguay previo a la Dictadura


Por Santiago Carbajal

El presente artículo tiene como propósito presentar un bosquejo de algunos acontecimientos que tuvieron lugar en el Uruguay previo al Golpe de Estado Militar de 1973, y mantuvieron relación con la Iglesia de Jesucristo o alguno de sus miembros. De más está decir que no tiene fines políticos partidarios ni reivindicativos, siendo el autor el único responsable por lo escrito y la interpretación de los hechos.

El contexto político nacional e internacional

En la década de 1960 el Uruguay es testigo de una transformación de su sociedad. Gradualmente se desmoronó la sociedad del optimismo y moderado bienestar económico y social de la década anterior, y se fue convirtiendo en una sociedad gris, que vio con descontento el colapso de su economía y con desconcierto la escalada de violencia e intolerancia que comenzó a ganar terreno especialmente en su capital, Montevideo.
Este estado general del Uruguay se enmarcó internacionalmente en la denominada Guerra Fría, por la cual, después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se dividió en dos polos geo-políticamente opuestos y adversarios, uno encabezado por Estados Unidos y el otro por la Unión Soviética.

Ambas potencias procuraron aumentar su influencia a lo largo y ancho de América Latina y llevaron adelante actos de intervención a favor de sus intereses. En la década de 1960, los Estados Unidos, que para esa altura había perdido parte de su prestigio previo a nivel internacional, llevó adelante una fuerte campaña anti-comunista en Sudamérica. La Unión Soviética por su parte, procuró instaurar el marxismo-comunismo en los países de América Latina, siendo Cuba su más importante aliado, donde en 1959 triunfó la revolución armada y más tarde se declaró un estado marxista-comunista.

La Revolución Cubana tuvo gran repercusión en toda América Latina y Uruguay no fue la excepción. Los ideales marxistas y la figuras tanto de Fidel Castro como del Che Guevara generaron en sectores del país, especialmente entre parte de la intelectualidad, estudiantes y la clase obrera, la idea de llevar adelante una revolución armada en Uruguay. En este contexto emergieron varios grupos guerrilleros a principios de la década de 1960, que procuraron desestabilizar el país y sus gobiernos democráticos. 

Por otra parte, el deterioro de la economía dio lugar a movilizaciones obreras y sociales. A estos se les sumaron los movimientos estudiantiles de corte radical, y la respuesta represiva de parte de las autoridades civiles que, lejos de estabilizar la situación, radicalizaron cada vez más las protestas y agitaciones.

Los paros, huelgas y ocupaciones constantes, los actos terroristas contra propiedades, secuestros de diplomáticos, asesinatos de funcionarios de seguridad del Estado, y muertes de manifestantes en las calles, daban la sensación de pérdida de control del orden institucional. Los gobiernos de turno, conformados por los partidos tradicionales alternativamente, contrarrestaron con las denominadas Medidas Prontas de Seguridad, que aunque constitucionales, limitaron las garantías individuales. A este escenario se le suman las operaciones violentas de grupos de ultra-derecha, excesos de los funcionarios policiales que en algunos casos cometieron actos de tortura, y la amenaza creciente de Golpe de Estado de parte de los bandos militares.

La política se vivía con gran tensión. Algunas figuras de la política nacional se apartaron de los partidos tradicionales y de carácter conservador (Partido Colorado y Partido Nacional), y junto a partidos y colectivos de izquierda conformaron en el año 1971 una coalición denominada Frente Amplio que quebraría el histórico bipartidismo.
Todo este ambiente de caos político y colapso de la economía, desencadenó en una cada vez mayor injerencia de los militares en la política del país, hasta que en 1973 se disolvió el Parlamento y se decretó el Golpe de Estado Cívico-Militar que se mantendría en el poder hasta 1985.
Como se expresa en el libro La Agonía de una Democracia, "antes de perder la democracia, se perdió la tolerancia".1 


La Iglesia en el contexto


Hay un poema escrito en 1964 por el presidente de la Misión del momento, James Burton, titulado “My favorite things”. En estos versos sencillos y sin medida, se transmite con simpatía y nostalgia su perspectiva y preferencias del país. También se vislumbran luces y sombras de los acontecimientos de la época. Se menciona a los gauchos y sus ponchos, las mañanas heladas y con neblina, el mate, las tortas fritas y los canelones calientes, las cachilas antiguas y a empresas del pasado Onda y Pluna, dando una imagen pintoresca llena del color local. Asimismo, se hace referencia a algunos de los problemas sociales que ya comenzaban a instaurarse como parte del escenario nacional, la inflación con los “pesos subiendo” y a la presencia de huelgas intercalando el calendario.

Transcribimos el texto en su inglés original:
My favorite things
Gauchos on horses, and bright colored ponchos
Elders in taxis and pesos subiendo,
Soft Spanish chatter on cold foggy days,
That’s why this country is my favorite place.

Late evening dinners and afternoon mate,
Onda’s and Pluna’s and old black cachilas,
firefly blinking on dark moonless nights
these are a few of the national likes.

Hot tortas fritas and warm canelones,
siestas and holidays sparkled with huelgas,
brisk wind that swish trough the streets lined with trees
cold chapels, warms hearts and children that sing.

When the flea bites,
When the lights off,
When the shower is cold,
Manzana Mormona and our Uruguay,
We’ll cherish our times with you.


La Iglesia en Uruguay a principios de la década de 1960 continuó con la obra que venía desarrollando desde su apertura. Entre los miembros era evidente gran optimismo que se manifestaba en la obra misional y en la construcción de capillas por todo el país. Desde los medios de prensa se elogiaba a la Iglesia por desenvolverse como una empresa que administraba de forma tan formidable sus recursos y por la velocidad en concretar sus proyectos edilicios. Los vistosos edificios y la presencia cada vez más habitual de sus líderes en entrevistas de prensa escrita y televisión,  otorgaban a la Iglesia una mayor publicidad.

En 1962 la Iglesia decidió edificar en la zona residencial de Carrasco, Montevideo, lo que se denominó como la “Manzana Mormona”. Allí no solo se centralizaron las casas y oficinas de la Misión, sino que la Iglesia, por motivo de la estabilidad política y económica del país estableció en el mismo predio las oficinas para la supervisión de las misiones sudamericanas, presididas por el Pte. Theodore Tuttle, Autoridad General que integraba el Cuórum de los Setenta.

El establecimiento de la cabecera de las oficinas de las misiones sudamericanas en Montevideo coincidió con el emergente descalabro de la economía y desestabilización política del país, por lo que terminaría clausurándose en 1965, y las misiones del continente pasarían a depender directamente de un miembro del Cuórum de los Doce radicado en Salt Lake City, Utah. A Uruguay se le asignó al Elder Spencer W. Kimball.

Otro aspecto relevante de la época fue la concreción de la primera Estaca en Uruguay. Desde temprano en la década de 1960 los presidentes de la misión aspiraban a ver realizado ese sueño. Fue en el año 1967 que se alcanzó esa etapa de la organización de la Iglesia en el país, otorgando a los miembros locales mayor autonomía ante la Misión y sus autoridades. La Estaca se organizó en Montevideo por medio del Élder Spencer W. Kimball y Franklin D. Richards del Cuórum de los Doce Apóstoles. Estos apóstoles delegaron una presidencia de estaca, un Sumo Consejo, obispos, Patriarca, y hermanos y hermanas encargados de organizaciones auxiliares, a llevar la obra de salvación en el país. Todos ellos eran de nacionalidad uruguaya.

La Iglesia y sus miembros en medio de la tensión política

A partir de 1961 mediante algunos medios de prensa escrita y políticamente radicales, se comienza gradualmente a manifestar cierta oposición a la Iglesia en Uruguay. En el marco  internacional de Guerra Fría y ante una creciente polarización e intolerancia en asuntos vinculados a la política uruguaya, desde algunos sectores se pretendió involucrar a la Misión y sus actores en la contención política, señalándola como una organización afín a los intereses de la política exterior de Los Estados Unidos. Esos círculos difundieron falsos rumores vinculando a los misioneros con colectivos neo-nazis. Se denunciaba a la casa ubicada en calle Brito del Pino, que aún pertenecía a la Iglesia, y que desde 1947 sirvió como sede de la Misión previo a la “manzana mormona”, como un centro de espionaje y refugio de neo-nazis en Montevideo. Los reportes se encabezaban con títulos incendiarios como “Los nazis no deben quedar sin castigo”. Se hacía referencia a los misioneros como “espías yankees disfrazados de predicadores en Brito del Pino, centro de espionaje, se hacen pasar por misioneros mormones, siempre en pares, nunca se los ha visto solos.”2

Ese tipo de discursos generaba temor en las autoridades de la Iglesia, que veían al discurso de la izquierda como un peligro para la predicación del evangelio. Desde el púlpito, aconsejaron especialmente a los misioneros a estar atentos ante la creciente sensibilidad política de la ciudadanía, y exhortaron a no participar de ninguna actividad que se apartara de su rol religioso.



Grupo de misioneros de regla y de construcción junto al Elder Spencer W. Kimball y otros líderes, frente a la capilla de Rodó, Montevideo. Se aprecia el frente dañado por un ataque con bomba de alquitrán. Temprano en la década de 1960.


Para 1965 se reconoce la disminución de números de bautismos. Prevalece la preocupación por la situación económica del país. Aumentan los precios, cierran bancos y la gente pierde ahorros, se retienen sueldos, incluso las Ramas de la Iglesia perdieron los diezmos depositados. Las huelgas son asiduas.

En el año 1968 se agudizó la contienda. A raíz de una manifestación callejera y la represión policial , un joven resultó muerto. En varias ocasiones se produjeron desmanes en la calle principal de Montevideo. En una de ellas, un misionero fue atacado por un policía al ser confundido con un manifestante, y gracias al maletín que usó como escudo se salvó del garrote. Como consecuencia, le fue ordenado a los misioneros no frecuentar el centro de la ciudad.

De todos modos, las dificultades para los miembros de la Iglesia también se sucedieron en las zonas periféricas de la ciudad. En ese año se reportaron tres robos a la casa de la Misión, a partir de lo cual se fijaron guardias de misioneros que se turnaban de día y noche para disuadir cualquier ataque.

En 1969 hubo un altercado entre un grupo de trabajadores del popular barrio del Cerro y los misioneros del área. Mientras estos caminaban hacia su casa, en medio del clima de tensión política existente, fueron perseguidos por aquel grupo y se tuvieron que esconder en su casa. Los atacantes rodearon la casa y amenazaron con entrar a la fuerza. Los élderes permanecieron en el interior con gran temor y oraron de rodillas por protección  hasta que se ablandó el corazón de los violentos. Al enterarse las autoridades de la misión los misioneros fueron retirados del barrio por unos días hasta que se recuperara la calma.

Eventualmente, todo ese escenario de caos progresivo en la sociedad fue causando problemas para los miembros de la Iglesia tanto a nivel laboral y económico, como dificultades en la hermandad de la iglesia. El noventa y nueve por ciento de los miembros era de origen uruguayo. Entre ellos se contaban personas de todos los niveles sociales que compartían una hermandad sincera. En su gran mayoría la masa de miembros se conformaba por trabajadores de fábricas y oficios, amas de casa, estudiantes, comerciantes y funcionarios del Estado. El agravamiento de la situación económica fue una dura prueba para muchos. En varios casos los miembros optaron por emigrar al exterior. 

También se vivió como una prueba el ambiente de polarización política. Como lo plantea Néstor Curbelo: “Fue un desafío lograr que esta agitación política externa no se traspasara a la actividad y hermandad de la Iglesia. Quizás debido a la falta de experiencia o de formación cívica como Santos de los Últimos Días, algunos miembros se involucraron en actividades políticas, llegando a ser intolerantes con quienes no participaban de sus ideas. Lo que produjo disensión y una merma en los sentimientos de hermandad dentro de un pequeño sector de miembros de la Iglesia.”3

Esa situación de desunión se experimentó principalmente en el seno de la Estaca Montevideo. En la víspera de su organización en 1967, el Elder Franklin D. Richards del Cuórum de los Doce Apóstoles enfatizó la importancia de apoyar a los líderes recién llamados, y alertó a que no permitieran que se filtraran las pequeñas cosas que impedirían la expansión y progreso de la Estaca. Conociendo los hechos se puede reconocer el espíritu profético del hermano, siendo que al poco tiempo de inaugurada la Estaca, las razones políticas causaron situaciones de contención e intolerancia entre los hermanos, principalmente entre aquellos que la misión consideraba miembros prominentes.

Con la creación del Frente Amplio en 1971 y la puesta en marcha de su propaganda, varios líderes uruguayos que integraban los órganos más altos de la Misión y de la Estaca se declararon afines al nuevo partido. Un consejero de la Misión, presidentes de Distrito, miembros del Sumo Consejo, obispos y presidentes de Rama, se unieron a la militancia política en filas de la izquierda y procuraron sumar miembros a sus filas. Algunos de ellos se entrevistaron con el presidente de la Misión Gardner H. Russell proponiendo organizar un grupo de la Iglesia que apoyara el movimiento frenteamplista. Este les explicó que si bien los miembros son libres como ciudadanos de optar por su afiliación política, la Iglesia como institución mantiene su neutralidad en cuanto a la política partidaria. Asimismo, les aclaró que de concretarse la organización del grupo propuesto, deberían ser relevados de sus actuales posiciones eclesiásticas a fin de que no se confundiera a la Iglesia con la política. Los hermanos le aseguraron que no llevarían a cabo reuniones ni propaganda en las capillas.

Al poco tiempo, los diarios de izquierda en Montevideo publicaron una declaración y resolución de un grupo de miembros de la Iglesia, apoyando al Frente Amplio bajo el nombre ALMA (Agrupación de Lucha de Mormones de Avanzada). Aproximadamente 28 personas firmaron la declaración, expresando entre otras cosas que “la crisis que nuestro país está sufriendo es el resultado de una línea económica imperialista que está oprimiendo a la gente de América Latina, arrastrándolos hacia la miseria.” 

Esta resolución fue tomado con gran sorpresa por el presidente de misión y agudizó la tensión entre los líderes de la Estaca. Como respuesta, el presidente de la Estaca publicó la posición de la Iglesia en los diarios conservadores de la capital, desligando a la institución del movimiento. En la interna de la Iglesia se reiteró públicamente que no era apropiado realizar propaganda política dentro de las capillas. Sin embargo, el grupo ALMA continuó con sus esfuerzos de promocionar su proyecto. Si bien los esfuerzos del grupo ALMA no tuvieron mucho éxito, sus integrantes  mantuvieron sus actividades y a causa de la divisiones generadas, al menos tres hermanos fueron suspendidos como miembros de la Iglesia, dos de ellos eran obispos de la primera Estaca. Al tiempo el grupo se terminó desintegrando.


Por otro orden, un suceso relevante en el país por aquellos días fue la histórica fuga de más de cien guerrilleros Tupamaros de la cárcel de Punta Carretas el 6 de setiembre de 1971, por medio de un tunel subterráneo que desembocó en una casa contigua a la prisión. Para nosotros es pertinente el dato que la casa por donde se escaparon los guerrilleros pertenecía al Hno. Francisco "Billy" Rial y su madre. Billy era un joven miembro muy querido tanto dentro como fuera de la Iglesia. Como miembro era un joven líder que a temprana edad ya había desempeñado tres misiones, en Chile, Brasil e Italia. Fue el primer miembro de Sudamérica en servir una misión de la Iglesia fuera del continente. También se había desempeñado en varias posiciones de apoyo y liderazgo local. Para 1971 se encontraba algo distante de la Iglesia, y ya sea por estar involucrado con la guerrilla o como víctima de las circunstancias, terminó preso al ser considerado parte de la fuga.

El historiador Lincoln Maiztegui relató su participación de la siguiente manera:  "El comando del exterior había seleccionado dos casas contiguas que debían ser copadas: una para que los fugados emergieran en su interior, y otra a los fondos, a través de la cual salir a la calle. La primera estaba situada en Solano García 2535; en ella vivía la profesora de filosofía y periodista Dolores Castillo, con su hijo Francisco Rial, apodado "Billy" (...)
"Más o menos a la misma hora Billy Rial abrió la puerta de su casa a un hombre que llevaba un estetoscopio colgado del cuello, como si fuera un médico. De inmediato, y serenamente, le dijo: "Quédese tranquilo, soy tupamaro, y venimos a tomar esta casa y la del fondo". Billy, su madre Dolores Castillo, la novia del muchacho y más tarde dos vecinas que acudieron a preguntar si pasaba algo, fueron también recluidos en una habitación (...) ¿Fue tan casual el "copamiento" de la casa de Billy Rial? Según Fernández Huidobro, sí..."4

Fernández Huidobro fue uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y ex Ministro de Defensa de Uruguay. Aunque según Maiztegui para Fernández Huidobro la participación de Rial fue casual en la fuga de los presos, años más tarde, a la muerte del Hno. Rial, el ex dirigente Tupamaro escribió un artículo en homenaje a Billy en el cual lo incluyó entre los 112 fugados de Punta Carretas.5


Ataque a propiedades de la Iglesia

Otro aspecto de importancia acaecido en el marco de esta creciente intolerancia, fue el ataque a capillas. Al principio se dañaron lanzando alquitrán a los muros y paredes de las capillas, o se pintaron slogans políticos y mensajes de rechazo como el "Yankees go home". 


Diario El Pueblo, Santa Lucía. 21 de octubre de 1971.
En octubre de 1971 se pintaron los muros de la capilla de Santa Lucía, en el departamento de Canelones, al momento la más grande de Sudamérica. El registro reporta que:  "miembros y vecinos quedaron indignados y se convocó una reunión de protesta ante el incidente. Una delegación del Frente Amplio se reunió con la presidencia de rama y negó todo vínculo con el incidente e imprimió una resolución en el diario local condenando los hechos. Debido a la tensión existente, el presidente Russell se reunió con las autoridades locales y los miembros y los exhortó a no actuar o reaccionar en ninguna medida de tinte político hasta las elecciones nacionales de noviembre 28 de 1971."

El ataque más grave a propiedades que sufrió la Iglesia en Uruguay en esta época también se experimentó en Santa Lucía, dado que el 5 de noviembre de 1971 fue dinamitada la puerta de calle Ámsterdam a las 4:00 de la madrugada. La puerta fue destruida, y la explosión causó el estallido de la vitrina de trofeos en la entrada al otro extremo de la capilla. No hubo daño en la estructura del edificio. Tampoco se tuvo que lamentar heridos, ya que el hermano que servía como conserje y habitaba en la capilla se encontraba durmiendo en otra parte del edificio. 

Este no fue un hecho aislado en la ciudad, sino que fue una de las varias explosiones y ataques a propiedades que sucedieron en la ciudad por los meses en cuestión. En cuanto a la responsabilidad, nadie se adjudicó el atentado, y si bien la acusación cayó sobre uno u otro de los grupos guerrilleros que operaban en la ciudad, hay quienes sostienen que fue cometido por grupos extremistas de derecha intentando desacreditar al Frente Amplio, y hasta hay quienes creen que fue realizado por miembros de la Iglesia afectos a uno u otro bando.


Una gran prueba para Uruguay y la Iglesia

"Después de los tres años de caída entre 1965 y 1967, el promedio de bautismo aumentó en 1968, el año de mayor agitación y huelgas de parte de los civiles. Sin embargo, en 1969, cuando los Tupamaros llevaron adelante sus acciones más importantes, el promedio comenzó a bajar. Este año también coincidió con el aumento de los sentimientos anti americanos y las acusaciones de injerencia de la CIA, por lo que el promedio continuó en caída hasta 1971. Estos años también vieron un gran aumento en el vandalismo hacia la propiedad de la Iglesia (...) Por los próximos tres años, los bautismo bajaron a su nivel más bajo desde la década de 1950. Quizás se pueda atribuir a que el uruguayo se volvió más reservado al ver su amado país colapsar y abandonar su pasada libertad y prosperidad. Otras estadísticas indican que durante el mismo período, el promedio de actividad de los miembros cayó continuamente hasta que se alcanzó un promedio general en la misión de un 10% de asistencia por 1975. En algunas ramas la baja se puede haber debido a conflictos entre hermanos, pero en su mayoría el distanciamiento parece fundarse en la situación del país. Los miembros no solo vieron su país colapsar, sino que observaron que su Iglesia también sufrió ataques de dentro de de afuera. Con esta doble desilusión, muchos santos dejaron de asistir a la Iglesia. (...) El crecimiento de la Iglesia no se recuperaría hasta 1977... Consecuentemente, estos años de gran prueba para el país, también significaron una gran prueba para la Iglesia."6


Notas:
1- Sanguinetti,Julio: La agonía de una democracia, Montevideo, Sudamericana, 2008, p. 24.
2- Diario El Popular, 13 y 14 de julio de 1961.
3- Curbelo, Néstor: Historia de los Santos de los Últimos Días en Uruguay, Montevideo,  Imprimex SA, 2002p. 187. 
4- Maiztegui, Lincoln: Orientales. Una historia política del Uruguay, tomo 6, 1970 - 1972, Montevideo, Planeta, 2008.
5- http://www.lr21.com.uy/editorial/444886-los-fugados-fueron-112 (23/02/2019).
6- Beaman, William Gordon: Opposition in all Things: The Uruguayan Mission During Anarchy – 1967-1973. 14 de agosto de 1979.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Predicación por medio de los deportes

Desde principios del establecimiento de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Sudamérica los misioneros realizaron deportes para promover su causa misional, como por entretenimiento, bienestar físico y competencia.1 También  en los Estados Unidos y Europa se alentó tempranamente dicha participación, e incluso hubo varios casos de misioneros destacándose en actividades deportivas.2 A partir de 1938 en Buenos Aires, con el fin de presentar una imagen positiva de la iglesia y despertar el interés de la gente en el mensaje restaurado, los misioneros se involucraron en competiciones deportivas. Dado el interés de los argentinos en los deportes, la misión reconoció que involucrarse en sus actividades sería un medio efectivo de difundir su obra.3 Souvenir del equipo Los Mormones del Deseret, Misión Uruguaya, 1963. Para ello la Misión Argentina organizó su propio equipo deportivo, Club Atlético Los Mormones (que también abarcaba otras facetas como los en

Antigua capilla de Treinta y Tres: la primera del Interior

Se agradece a la Hna. Rosario Quintela por acercarme a la historia de la Iglesia en su ciudad. Capilla de Treinta y Tres ubicada en Spikerman y Meléndez. Cortesía de Pedro Rodríguez. La Misión Uruguaya se encontraba en pleno crecimiento en el año 1954 cuando  el 16 de agosto se concretó la compra de un predio con el fin de construir un centro de reuniones, ubicado en la intersección de Spikerman y Meléndez en la ciudad de Treinta y Tres, capital del departamento homónimo del Uruguay. Al momento solo había una capilla en el país, correspondiente a la Rama conocida como Deseret en la ciudad de Montevideo. En el resto del país, las ramas de la misión se congregaban en casas alquiladas o compradas, y dedicadas para los fines del Señor. Por otra parte, y de forma paralela a los planes para Treinta y Tres, la Iglesia se encontraba llevando adelante un nuevo proyecto de capilla para Montevideo, en la Rama de Rodó. La Rama de Treinta y Tres se organizó con una reunión el 2

Ecos de los Andes: el evangelio se establece en Perú

Antecedentes Con gran entusiasmo misional, en el año 1851, el Presidente Brigham Young autorizó como parte de la Misión del Pacífico a un grupo de misioneros encabezado por el Apóstol Parley P. Pratt a iniciar la obra de predicación en Chile. Era la primera vez que se enviaba misioneros mormones a un país sudamericano. Desafortunadamente, las condiciones sociales y políticas existentes allí, así como las carencias de los propios misioneros en cuanto al dominio del idioma y medios de sustento, causaron que la experiencia no resultara de acuerdo a sus expectativas. [i] Apóstol Parley P. Pratt.  Un gran misionero de la nueva Dispensación. De regreso a su hogar en 1852, Elder Parley P. Pratt escribió una carta al Presidente de la Iglesia donde informó su trayecto y en la cual manifestó la opinión de que si hubiera ido a Perú en lugar de Chile probablemente hubieran tenido más éxito. [ii]  A partir de ese frustrado intento misional, similar a experiencias poco fructíferas en