En los primeros años de la Iglesia en Sudamérica se vivieron experiencias de gran significado espiritual que fueron cimentando la fe de los conversos. Todos ellos testificaron, y lo continúan haciendo quienes son custodios del legado, del gozo de participar de la obra en aquel tiempo, con sus oportunidades y a pesar de los desafíos. Uno de los desafíos, entre otros, consistió en el afrontar etapas de división y contención en lo interno de la hermandad. En general se gozó de paz y armonía en las ramas de la Iglesia, los pioneros expresan hasta el cansancio que en los comienzos al ser pocos en número y reunirse en casas adaptadas como capillas, se disfrutaba del espíritu de la hermandad, como una familia extendida. El lazo era fuerte y convivían casi diariamente "en la rama", dado que las reuniones que ahora son dominicales antes se distribuían a lo largo de la semana. Pero sí, también hubo casos o etapas en que las diferencias, el celo y luego el recelo ganaron terre
"Que el ejemplo de los pioneros sea una luz que guíe vuestras vidas por siempre jamás.” Lyman S. Shreeve