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Temprana oposición religiosa a la Misión Uruguaya

Este artículo posee carácter meramente histórico y no presenta rasgo de vigencia alguna con el presente. Tampoco es el espíritu de este escrito el expresar una denuncia, ni reavivar antiguas confrontaciones religiosas. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no guarda enemistad con ninguna institución religiosa, en particular con la Iglesia Católica Apostólica Romana. En la actualidad, ambas iglesias gozan de una relación de sincero respeto mutuo y colaboración en distintos ámbitos y causas en bien de los hijos de Dios alrededor del mundo.

La necesidad de una separación de la Iglesia del Estado

Al repasar las experiencias de los pioneros mormones en Sudamérica en la primera mitad del siglo XX, se observa que casi cada vez que los misioneros comenzaron a ganar adeptos en las ciudades en las que desarrollaban sus actividades proselitistas, se manifestó un espíritu de resistencia y contra predicación de parte de otros cristianos.

La Iglesia Católica posee hondas raíces en el pensamiento y estilo de vida de los pueblos latinoamericanas que se remontan a varios siglos atrás. Como institución religiosa dominante, una vez establecidas las misiones de la Iglesia SUD, presentó resistencia a lo que consideró una amenaza a su hegemonía religiosa y social.

La mayor oposición fue experimentada en los países sudamericanos en los que la Iglesia Católica y el Estado se encontraban oficialmente unidos, como sucedió en los casos de Argentina y Paraguay. En dichos países, toda la maquinaria a disposición se puso sutilmente en marcha para entorpecer la labor misionera.[i] 

El tema de la separación de la Iglesia y el Estado fue motivo de atención y esperanza para los Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días durante la primera mitad del siglo XX. El Elder Melvin J. Ballard del Cuórum de los Doce, expresó en Conferencia General de abril de 1930: “La gran lucha por la libertad religiosa que está sucediendo en México también transcurre en Sudamérica. En los últimos cinco años dos grandes naciones han establecido la absoluta separación de la Iglesia y el estado, y otros están buscando ese fin. Llegará. Ningún poder puede detenerlo… esta es la era de la separación de la Iglesia y el estado.”[ii]

El mismo Elder Ballard, al dedicar la tierra de Sudamérica unos cinco años antes de la anterior declaración, oró al Señor y rogó: “Bendice a los presidentes… y dirigentes de las naciones sudamericanas, a fin de que nos reciban amablemente, y nos otorguen el permiso para abrir las puertas de la salvación a las personas de estas tierras (…) que la plena libertad de predicar Tu evangelio prevalezca…” [iii] 


El caso de Uruguay

El caso uruguayo contrasta con la experiencia de la Iglesia mormona en Argentina[iv]. En Uruguay hubo resistencia especialmente en ciudades del Interior. No obstante, dado que se constituyó como Estado constitucionalmente laico desde principios del siglo XX[v], una vez establecida la misión uruguaya en Montevideo a partir de 1947 y su rápida expansión a las capitales departamentales de la república, la oposición sin influencia oficial no repercutió más allá del discurso religioso y dependió de la posición que tomaran las personas individualmente.

El contraste con la atmósfera de Argentina era tal que cuando llegaban a Montevideo misioneros o hermanos desde la misión de ese país, luego de unos días quedaban sorprendidos ante la amable y abierta recepción. Notaban a la gente más amistosa y presta para invitarlos a sus hogares a charlar de religión. Observaron que la libertad religiosa prevalecía y que la gente estaba más interesada en las nuevas ideas.

El uruguayo en su mayoría, que como expresara José Pedro Barrán es más anticlerical que anti-religioso, no prestó mayor atención a los falsos rumores contra los misioneros, y si bien no aceptó el bautismo en grandes números, brindó una amable recepción a los nuevos predicadores.

Ese fue un rasgo de la sociedad oriental celebrado por las Autoridades Generales de la Iglesia en visitas al país. El 30 de enero 1954 al llevarse a cabo la dedicación de la Piedra Angular de la capilla Deseret en Montevideo, el Presidente de la Iglesia David O. McKay en su oración declaró: “Estamos especialmente agradecidos por la República Oriental del Uruguay, por la separación de la Iglesia y el Estado, por la libertad de adoración, libertad de expresión.”[vi] 

En la misma línea un año más tarde, el Elder Mark E. Petersen del Cuórum de los Doce Apóstoles, expresó en un discurso a la juventud: “Creemos que la Iglesia tiene un gran futuro aquí en Uruguay… el gobierno es libre, tenéis libertad de religión en todas sus formas. Estas cosas proveen una gran oportunidad para la predicación del evangelio restaurado a esta gente.”[vii]

No obstante la libertad que prevalecía, los falsos rumores, la publicación de literatura anti-mormona, la predicación en contra de los misioneros y algún que otro exceso, se hicieron sentir en algunas ramas del Interior.

La rama de Treinta y Tres informó a la cabecera de la Misión en Montevideo en junio de 1948, que en el marco de un evento a llevar a cabo por los misioneros y una vez anunciado al público por Radio Treinta y Tres, comenzaron a circular rumores de parte del colectivo católico de que “los misioneros eran comunistas, por lo que la gente ya no les hablaba”. Ante eso, los misioneros fueron a la estación de radio y explicaron las dificultades encontradas. Al encargado de la radio le molestó el hecho y se dedicó a anunciar por cinco días seguidos: “Dos jóvenes norteamericanos han venido a verme diciendo que algunas personas están haciendo circular el rumor de que son comunistas. Esto no es verdad. Estos dos jóvenes están aquí en una misión religiosa enseñando verdades religiosa (…) Cada uruguayo debería ir y oír lo que tienen para decir. El próximo sábado tienen una apertura social para la Mutual. Ustedes padres y madres deberían dejar a sus jóvenes asistir. Mejor aún, vayan ustedes también.”[viii]

Asimismo, la rama de Durazno en agosto de 1948 también tuvo que superar un obstáculo similar. El 5 de agosto de 1948, en el marco de un espectáculo musical a desarrollarse en el Teatro Artigas de la capital, evento al que eventualmente asistieron unas setecientas personas, lo que significó “la mayor audiencia hasta el momento”, se reportó que “la Iglesia Católica también trabajó duro, advirtiendo a la gente que no asistiera al programa”.

El Pte. de Misión, Frederick S. Williams, una vez enterado de lo acontecido, comunicó a la Primera Presidencia de la Iglesia que los élderes habían obtenido un teatro más grande y mejor acondicionado pero a último minuto les fue negado por presiones de la Iglesia Católica local. Esto hizo necesario que a último momento recorrieran la ciudad informando a la gente del cambio de local.

Señala el informe: “Debemos agradecer a la Iglesia católica de Durazno por su ayuda. Pagaron anuncios para ser leídos en la radio, diciendo a la gente que no asistiera. Los jóvenes que repartieron folletos en nuestra contra, al final tuvieron curiosidad, rompieron los folletos y entraron a ver el espectáculo. El cura iba y venía en su bicicleta frente al teatro para observar quien ingresaba. Creó tanto interés en el concierto que más de mil hubieran asistido de haber habido espacio en el teatro. El diario local se burló del intento opositor: ‘trataron por todos los medios que disponían de alejar a la gente del programa cultural presentado por jóvenes norteamericanos que han trabajado entre nosotros desde el año pasado’.”

“Hemos notado – continúa expresando en su informe el Pte. Williams- que en cada pueblo en que la Iglesia Católica trabaja activamente en nuestra contra, es donde mayor éxito hemos tenido. Nos sentimos honrados de que se hable en nuestra contra por la radio, se nos dediquen misas o que escriban artículos en los diarios. Los uruguayos son demasiado cultos como para aceptar esa ridiculez. No se les puede decir qué hacer y qué no. Son libres viviendo en una democracia en la cual la Iglesia Católica no tiene voz oficial, y esos métodos solo crean interés y curiosidad…”[ix] 

Otro ejemplo vinculado se experimentó en Maldonado. Cien personas asistieron a la reunión de apertura de la rama acaecido un 2 de octubre de 1948. Al final del discurso del Pte. Williams, sucedió algo “que nos recuerda que los católicos no están disfrutando de nuestra presencia en Uruguay”. En este caso un joven entró durante la calma de la reunión gritando “¡Mentirosos!” y expresando su opinión sobre el mormonismo. Fue rápidamente escoltado afuera por los élderes y se oyeron gritos de un grupo que se encontraba en la parte de atrás del local “¡Viva la Iglesia Católica!” Un vecino amigo de los misioneros los siguió y vio que se dirigieron a la iglesia católica y que el cura los esperaba en la puerta. Se efectuó la denuncia policial.[x]

Otro aspecto que el autor de este artículo especula puede haber causado cierta animosidad fue el hecho de la construcción de capillas de parte de la Misión. A partir de la década de 1950 se inició la construcción de la capilla de Deseret en Montevideo, que resultaría en el entonces edificio más grande de la Iglesia SUD en Sudamérica, y se establecieron las bases para edificar otras dos (Rodó en Montevideo y Treinta y Tres).

En ese contexto, se cita un fragmento extraído de la revista Tribuna Católica, editada por la Junta Nacional de Acción Católica del Uruguay, cuya nota editorial denuncia la labor misionera protestante de origen norteamericano por sus “ataques muy fuertes y bien coordinados contra su espiritualidad tradicional”, es decir, el catolicismo. 

Aunque en ninguna parte del artículo se refiere explícitamente a la Iglesia mormona, la calificación de norteamericana y la denuncia del “poder económico invasor extraño… y sus obras materiales deslumbran”[xi], bien puede hacernos pensar que el editor tiene en mente, quizá entre otros colectivos, a los representantes de la Misión Uruguaya. Asimismo, si bien la Iglesia SUD no pertenece a la familia de las iglesias protestantes, es un rasgo muchas veces ignorado por las demás iglesias cristianas.

Ante tales declaraciones divulgadas por una revista de difusión nacional entre la comunidad católica, es entendible que en distintas localidades se sintieran espiritualmente atacados y reaccionara en pos de lo que consideraba la defensa de sus valores.


El caso de Paraguay

El dedicado trabajo de los misioneros dependientes de la Misión Uruguaya en Paraguay, los conciertos que efectuaban para dar a conocer el mensaje, y el interés que comenzaban a despertar entre el pueblo, generó molestia entre algunos sectores de la sociedad paraguaya. 

La oposición, lamentablemente, consistió principalmente en la negativa influencia que la Iglesia Católica ejerció en la gente, apelando al miedo y a las arraigadas tradiciones de los paraguayos, impidiéndoles conocer y aceptar o rechazar por sí mismos un mensaje de paz.

Para los misioneros fue una experiencia compleja y por momentos desalentadora, teniendo en cuenta que estaban adaptados a servir en una sociedad secularizada como la uruguaya de la década del cincuenta, donde “no se les puede decir qué creer o que no” y la oposición católica solo generó más interés y curiosidad.[xii]

Sobre este aspecto en Paraguay, el registro histórico plantea: “La obra es lenta allá… el tiempo vendrá cuando la Iglesia va a tener dos o más Ramas fuertes en aquella ciudad. Tengo grandes esperanzas para la nación paraguaya… Sin embargo, debido a la tradición y a la militante influencia ejercida por la Iglesia Católica sobre la gente, muchos son reacios al bautismo en el presente… Muchos de nuestros amigos e investigadores ya fueron excomulgados… por haberse asociado a nosotros… usando cada influencia y medio en su poder para intimidar y asustar a nuestros investigadores, pero el tiempo vendrá cuando se produzca un quiebre y nuestra obra prospere.”[xiii] 

Los métodos utilizados para disuadir a la gente no eran para nada amigables. Frederick S. Williams reportaría años más tarde: “Las cosas comenzaron a ir tan bien, que la Iglesia Católica se alertó y empezó a hacer lo que pudo para detenernos (…) Espías averiguaron los nombres de los investigadores, quienes fueron amenazados con perder sus trabajos o la oportunidad de recibir atención médica en los hospitales si continuaban asistiendo a los Servicios mormones. Muchos abandonaron, pero algunos pocos continuaron asistiendo a las reuniones y preparándose para el bautismo.”[xiv] 

Durante Semana Santa, en la misa el cura prohíbe a sus fieles aceptar folletos de los misioneros, hablarles, y asistir a su local, ni siquiera caminar por la vereda del frente. “Va a costar mucho más convertir a un paraguayo que a un uruguayo.”[xv] 

Williams informa por carta a la Cabecera de la Iglesia en Salt Lake City que en la búsqueda del primer local también encontraron dificultades. Según el testimonio de una mujer, un alto miembro de la Iglesia Católica “… la llamó personalmente y le pidió que no le alquilara la casa a los mormones. Encontramos la misma dificultad en cada casa por una semana.”[xvi] 


Ejemplo de nobleza

Para culminar, consideramos también importante resaltar que en la mayoría de las ciudades donde se estableció la Misión no hubo inconveniente entre las dos Iglesias y el trato fue respetuoso.

Es también destacable el hecho de que en determinadas circunstancias, ciudadanos uruguayos de creencia católica brindaran a la Misión, a su presidente y a los misioneros ayuda desinteresada en momentos de necesidad.

El Pte. Frederick S. Williams escribió que en setiembre de 1947, al estancarse los trámites para obtener la casa de Misión, contactaron al Dr. Conrado H. Hugues, “…uno de los más influyentes abogados y senadores de Uruguay. No solo accedió a supervisar todos los aspectos legales para establecer la Misión, sino que tenía los papeles que me otorgaban el poder de escribano para actuar por la iglesia, traducido, legal y registrado sin costo para mí o la Iglesia. Me dijo que cualquier propiedad de la Iglesia utilizado como propósitos religiosos estaba constitucionalmente libre de impuestos. Además, expresó sus sentimientos en relación a la Iglesia ingresando a Uruguay…: ‘Estoy muy feliz de ver tu Iglesia aquí y trabajando para mejorar las condiciones morales de nuestro pueblo, aunque no estoy de acuerdo con todas sus doctrinas. Soy católico… Pueden contar conmigo en lo que sea que pueda ayudar’.”[xvii] 


Nota: Se agradece a Richard Rodríguez por la opinión ofrecida durante el proceso de elaboración del presente artículo.







[i] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987:216. Impreso.
[ii] Ballard, Melvin J. Conference Report abril. 1930: 156.
[iii] Ballard, Melvin J. “Oración Dedicatoria de la tierra de Sud América para la prédica del evangelio”. Improvement Era abril. 1926: 576. Impreso.
[iv] Smurthwaite, Michael B. Socio-Political factors affecting the growth of the Mormon Church in Argentina since 1925. Thesis Department of Church History BYU agosto: 1968.
[v] La reforma de la constitución que estableció la separación de la Iglesia del estado entró en vigencia el 1° de marzo de 1919, ver Artículo 5°. Caetano, Gerardo y Geymonat, Roger. “Iglesia, Estado y sociedad. Cronología 1859 – 1989.” Las religiones en el Uruguay, algunas aproximaciones Comp. Roger Geymonat. Montevideo: La Gotera, 2004: 306. Impreso.
[vi] McKay, David. O. “Oración Dedicatoria de la Piedra Angular de la capilla de Deseret.” La visita del Pte. David O. McKay. 1955: 16. Impreso.
[vii] Petersen, Mark E. “Nuestro Credo.” Deseret Oriental enero. 1955: 5.
[viii] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987. Impreso.
[ix] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987: 216. Impreso.
[x] Registro histórico de la Misión Uruguaya del 2 de octubre de 1948.
[xi] Terra Arocena, Horacio. “Iniciando un examen.” Tribuna Católica octubre 1953: 3.
[xii] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987: 2016. Impreso.
[xiii] Registro histórico de la Misión Uruguaya del 26 de mayo de 1951.
[xiv] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987:288. Impreso.
[xv] Registro histórico de la Misión Uruguaya del 16 de abril de 1950.
[xvi] Registro histórico de la Misión Uruguaya del 14 de febrero de 1950.
[xvii] Williams, Frederick S. y Williams Frederick G. From acorn to oak tree.  California: Et Cetera, 1987: 220 y 221. Impreso

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