Por Santiago Carbajal
Teniendo presente la misión
encomendada por el Señor de ir por todo el mundo predicando y bautizando, el
Presidente de la Iglesia George Albert Smith, al dedicar el Templo de Idaho
Falls el 23 de setiembre de 1945, oró diciendo:
“Oramos para que las barreras que
han bloqueado el camino a la prédica del Evangelio a muchos de los habitantes
de las naciones del mundo sean desplomadas y barridas, de modo que Tus siervos,
los misioneros, puedan llevar el evangelio de paz y buena voluntad a los
honestos de corazón en cada nación bajo el cielo.”[i]
Parte de ese ruego recibió
respuesta en Sudamérica pocos años después, dado que en 1947 se establece la
Iglesia en Uruguay, y a finales de 1949 la Primera Presidencia y el Quórum de
los Doce consideran oportuno enviar misioneros a fundar la Iglesia oficialmente
en Paraguay.
Antecedentes
Los Williams y Carlos Rodríguez bajo el Tarumá que dió sombra a Artigas en su destierro en Paraguay (Mensajero Deseret) |
El nombre de Frederick S. Williams
es uno ineludible en las primeras décadas de proselitismo mormón en Sudamérica,
y eso incluye a Paraguay, siendo que fue el primero junto a un compañero (al
menos que se encuentra registrado) en visitarlo mientras servía como misionero
en Argentina en 1939, y según dijo: “Mi propósito era visitar a la tribu de los
Indios Toba, ubicados en la reserva de Gobernación en Formosa”.[ii]
Durante su visita observa la
ciudad y su gente y expresa: “Más interesante que la ciudad colonial eran los
paraguayos. Nunca había visto gente más felíz (…) Los oíamos cantar en sus
casas al pasar y en la calle (…) Aunque las casas eran antiguas, lucían
hermosas en medio de abundantes flores que las rodeaban; rosas y otras plantas
trepaban por muchas de las paredes. Me enamoré de los guaraníes y me
preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que les fuera permitido escuchar el
evangelio.”[iii]
En 1945 un ex misionero en
Argentina llamado Eldred C. Olsen trabajaba en la Embajada norteamericana en
Paraguay y entabló amistad con un paraguayo, Carlos Alberto Rodríguez, quien en
ese entonces no mostró interés en la Iglesia de su amigo.
Pasado un tiempo, ambos se mudaron a Río de Janeiro, Brasil. Estando allí Carlos A. Rodríguez conoció y se casó con Mafalda Figueira, y juntos comenzaron a asistir regularmente a reuniones de la Iglesia en una congregación conformada mayoritariamente por norteamericanos. En 1946 el matrimonio Rodríguez se muda a Asunción, Paraguay.
Un año más tarde, se comienza a llevar a cabo reuniones informales de la Iglesia semanalmente en Paraguay, organizadas por Samuel J. Skousen, quien se había establecido allí como representante de la Embajada de Estados Unidos.
Samuel J. Skousen y Carlos A.
Rodríguez se hicieron buenos amigos, y la familia Rodríguez retomó su contacto
con la Iglesia asistiendo a esas reuniones religiosas.
Finalmente, en 1948 asistió a una Conferencia de la Misión Argentina, donde manifestó sus deseos de ser bautizado.
Finalmente, en 1948 asistió a una Conferencia de la Misión Argentina, donde manifestó sus deseos de ser bautizado.
Quien en ese entonces presidía la
Misión Argentina era W. Ernest Young.
Este Presidente escribió a la Primera
Presidencia solicitando permiso para efectuar la ordenanza, y recibió
autorización para realizar el servicio. En
esa carta que data de julio de 1948 se estableció que Paraguay quedaría por el
momento bajo la jurisdicción de la Misión Uruguaya.[iv]
Siguiendo el lineamiento de la
Primera Presidencia, el 26 de julio de 1948 el Presidente de la Misión Uruguaya
Frederick S. Williams aparta a Samuel J. Skousen como Presidente de la Rama
Asunción.[v]
Y el 21 de agosto del mismo año se realizó el primer bautismo de converso de la
Misión Uruguaya, cuando Carlos Alberto Rodríguez fue bautizado por el Samuel J.
Skousen. El registro histórico señala
que es “el primer bautismo en Paraguay desde los días de los nefitas”.[vi]
En enero de 1949 se bautiza y
confirma la esposa de Carlos A. Rodríguez, Mafalda Figueira, en Asunción.[vii]
En cuanto a los primeros miembros
en Paraguay, previo a que se enviaran misioneros oficialmente, como eran las
familias Skousen, Rodríguez y Gilpin, el Pte. Frederick S. Williams comentó:
“mucho han hecho para preparar la vía para el establecimiento de la Rama
Asunción (…) dejaron muchas buenas relaciones y buena voluntad hacia la gente.”[viii]
Es también interesante hacer notar que el 17 de agosto de 1949, Frederick S. Williams recibió una carta del Élder Spencer W. Kimball, en representación del Comité de Relaciones Indígenas, solicitando informe en relación a cuántos misioneros en Uruguay se dedicaban a predicar a los descendientes de Lehi, y cuántos indígenas se habían convertido a la Iglesia en su Misión.
Williams le respondió el mismo día en que escribió una carta a la Primera Presidencia solicitando permiso para abrir Paraguay a la prédica del evangelio. Comentó: “Francamente le tuve que responder que en Uruguay no había indígenas en un alto porcentaje…” Le expresó su interés de comenzar la obra misionera en Paraguay y agregó: “… estoy seguro de que algunas palabras suyas aumentaría grandemente las posibilidades de abrir la primera Misión Lamanita en Sudamérica.”[ix]
Grandes expectativas
En su carta a la Primera
Presidencia, el Pte. Williams, con el optimismo que siempre le caracterizó,
declaró: “No creo que la obra se mueva tan rápido como aquí en Uruguay al
principio, pero tengo mis razones para creer que a la larga va a ser un éxito.”[x]
Por su parte, a los miembros y
misioneros de la Misión expresó:
“Me impresionó mucho el hermoso país del
Paraguay y veo que nuestro mensaje haría bien para los simpáticos paraguayos.
Espero pronto podremos enviar misioneros allá.”[xi]
Y unos meses después publica lo
que para él significa “La noticia más fausta…”, dado que la Primera Presidencia
autorizó “la iniciación de la obra misionera en la nación hermana, el Paraguay.
Desde ahora en adelante, estas dos naciones de nombres guaraníes juntarán manos
en la obra del Señor… Esperamos llegar en los primeros días de enero de 1950.”[xii]
Al leer las publicaciones y
registros de esa época de la Misión, uno se queda con la percepción de que la
realidad de poder comenzar a predicar en Paraguay, ocupa gran parte del
pensamiento e interés del Pte. Williams.
Con gran expectativa y ansiedad dedica el mensaje del “Editorial” de enero de
1950 de la Revista El Mensajero Deseret al tema:
“El 1950 promete mucho… ofrece el privilegio
de cimentar los fundamentos de una obra gloriosa en una república hermana, y
sobre los cuales, a través de los años, se levantará la estructura de la
Iglesia de Cristo que bendecirá a los que la abracen y a los que la rodean…
Al simpatiquísimo pueblo de Paraguay será llevado el evangelio durante
este año. Al principio los misioneros se establecerán en Asunción, la primera
capital del virreinato del Río de la Plata; ciudad pintoresca situada sobre la
barranca del camino real del sud, el río alto Paraguay. Data esta ciudad del
año 1537, y tiene un encanto único.
El pueblo paraguayo, básicamente
guaranítico, ha tenido repetidas oportunidades de mostrarse en su verdadera luz
de abnegado heroísmo, dispuesto a sufrir
cualquier contratiempo si lo cree en bien de su patria. Es un pueblo que canta,
un pueblo que ríe; es un pueblo que tiene un brillante porvenir.
Que Dios los bendiga y prepare
para que reciba el evangelio y a sus mensajeros… Suena el clarín, su voz pronto
será oída... donde los de la parentela de sus padres… vivían antiguamente, y donde los descendientes de los primeros
padres de la buenísima raza de los pieles rojas se encuentran hoy en día.
Quiere descubrirles su genealogía, aclararles las promesas que Dios les había
dado… Verdaderamente el Libro de Mormón contiene grandes promesas para los
indios americanos y felizmente se acerca la hora cuando más de esta de enterará
de ellas mediante su estudio. Se lo llevaremos pronto, en el debido tiempo del
Señor."
Ambiente de crisis política interna
En el registro histórico de la
Misión Uruguaya se hace notar el clima de tensión política existente en
Paraguay durante una visita del Pte. Williams y su esposa Corraine en febrero
de 1949, según sus observaciones se registró:
“Mientras viajan por las calles
de Asunción notaban los resultados de la reciente revolución. Marcas de balas
llenaban las paredes de los edificios (…) Todo estuvo tranquilo aquella noche…
pero como ya era costumbre durante esas horas, soldados patrullaban la ciudad
con rifles cargados.”
La creciente ola de represión y
revueltas hizo que tristes y desalentadoras noticias se expandieran e incluso
llegaran al Interior del Uruguay. Es
interesante un relato que registraron misioneros de Durazno en noviembre de
1949. Estando de visita en Sarandí Grande, Florida, encuentran a un vecino de
origen paraguayo que los recibe amablemente, y alterado les cuenta que “un
amigo… fue torturado en una cárcel de Paraguay hasta su muerte, lo que le ha
indignado y le da deseos de volver a su país e intervenir en la revolución.”
Primeros pasos
Mediante una carta el 11 de
octubre de 1949 la Primera Presidencia, integrada por los Presidentes George
Albert Smith, J. Reuben Clark Jr. David O McKay, expresa: “Luego de una
discusión sobre el tema se decidió unánimemente autorizar la apertura de la
misión en Asunción, Paraguay (…) No será necesario por el momento establecer la
Misión Paraguaya, pero la obra será parte de la Misión Uruguaya. Confiamos en
que avanzará en esta labor con prudencia… de modo de no avanzar teniendo luego
que retroceder, ya que el retroceso es perjudicial a la causa del Señor.”[xiii]
Siendo oficial el permiso
para iniciar la obra misionera en ese país, en enero de 1950, el Pte. Frederick
S. Williams y el Elder Farnsworth parten de Buenos Aires a Paraguay para
“iniciar allí una nueva rama dependiente de la Misión Uruguaya”.
Escribe Williams en El Mensajero
Deseret de marzo de 1950: “Pasamos días interesantes y
llenos de actividad (si no se tiene en cuenta la hora de la siesta) buscando
casa, esperando en oficinas, antesalas y entrevistándonos con personas… Después
de sufrir repetidos chascos en lo que se refiere a la adquisición de una casa,
tuvimos la suerte de alquilar una muy buena en la calle Mayor Bullo 157, entre
las calles Pte. Estigarribia y Ayala…”
(…) El pueblo paraguayo es muy
simpático y de muy buena sangre, y soy un convencido que la Iglesia tendrá
grande aceptación entre ellos en el correr de los años. Ansiamos el día cuando
los misioneros y misioneras uruguayos puedan llevarles el evangelio restaurado
conjuntamente con los misioneros norteamericanos. Creo que ese día no tardará
mucho en llegar…”
(…) Después de la partida de la
hna. Williams y yo, el Elder Farnsworth quedóse solo hasta la llegada de sus
compañeros, élderes Keith Morris, Norval C. Jesperson y Daryl Anderson,
acompañados por Oscar Nieves de Montevideo… todo marcha viento en popa y están
encantados con el ambiente y las posibilidades futuras. Así sea.”[xiv]
En ese mismo número de la revista
de las Misiones Argentina y Uruguaya, en la sección “Sucesos Orientales” se
señala que: “Se realizó la primera reunión en la Rama de Paraguay contando con
misioneros argentinos que estaban de paso, Oscar Nieves, los matrimonios
Rodríguez y Gilpin.”[xv]
Con respecto a los primeros
misioneros en trabajar en Asunción, eran recordados por Williams en los
siguientes términos:
“El Señor obra en formas
misteriosas. Por medio de las personas, colocándolas en el lugar y momento
indicados, y en muchas ocasiones, ellos desconocen que están colaborando en el
progreso de Su obra”.[xvii]
El 28 de marzo de 1950 se nombra
a Elder Keith J. Morris como Presidente de la Rama Asunción y del Distrito
Paraguayo.[xviii]
En otra línea, afortunadamente, el
gobierno paraguayo, por medio del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
autoriza por Res. N°527 de fecha 27 de febrero de 1950: “a los misioneros del
Distrito Paraguayo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días, para habilitar locales en Asunción y territorio nacional y predicar este
culto, ajustándose a lo dispuesto en el Decreto N° 8219 del 13 de abril de
1945.”[xix]
Klara Ans de Krisch (Foto del libro "From Acorn to Oak Tree" por Williams). |
El primer bautismo en Paraguay,
luego de la apertura oficial de la prédica misional, aconteció el 13 de enero
de 1951, cuando una hermana mayor de familia alemana, Klara Ans de Krisch,
descendió a las aguas bautismales con la ayuda del Elder Reed Elsworth y
confirmada por el Pte. Williams. El Mensajero Deseret de abril reporta: “Primer
bautismo efectuado en la Misión en el corriente año fue de la hna. Klara Ans de
Krisch el 13 de enero. Se realizó en una hermosa piscina en las afueras de la
capital paraguaya con la presencia de más de treinta investigadores, miembros y
amigos. Esperamos que esta hermana sea la primera de muchas almas que se
alistarán en las filas de la Iglesia de Cristo en este país. La hna. Krisch es muy
trabajadora, y es muy amada por todos los que la conocen. Desempeña el cargo de
Consejera en la presidencia de la Sociedad de Socorro de la Rama.”
Y en el mismo número se adelanta
que “Asunción contará con otra Rama muy pronto. Acabamos de alquilar un hermoso
local en la calle 14 de Mayo 469 entre
Huamaitá y Piribebuy…”[xx]
La Rama Asunción cambió de nombre
a Deseret el 14 de mayo de 1951, cuando una nueva Rama se organizó “La Rama de
la Ciudad Nueva”. [xxi]
Ante ese avance, la Misión
manifiesta su alegría y esperanzas en su registro histórico: “Alquilamos otro
local en Asunción para nuestra segunda Rama allí (…) Estamos satisfechos de ver
el progreso entre los investigadores y el interés que muestran en el evangelio.
Esperamos grandes cosas de Asunción.”[xxii]
No sin oposición
El dedicado trabajo de los
misioneros, los conciertos que efectuaban para dar a conocer el mensaje, y el
interés que comenzaban a despertar entre el pueblo, generó molestia entre
algunos sectores de la sociedad paraguaya. La oposición, lamentablemente,
consistió principalmente en la negativa influencia que la Iglesia Católica
ejerció en la gente, apelando al miedo y a las arraigadas tradiciones de los
paraguayos, impidiéndoles conocer y aceptar o rechazar por sí mismos un mensaje
de paz.
Para los misioneros fue una
experiencia compleja y por momentos desalentadora, teniendo en cuenta que
estaban adaptados a servir en una sociedad secularizada como la uruguaya de la
década del cincuenta, donde “no se les puede decir que creer o que no” y la
oposición católica solo generó más interés y curiosidad.[xxiii]
Sobre este aspecto en Paraguay,
el registro histórico plantea: “La obra es lenta allá… el tiempo vendrá
cuando la Iglesia va a tener dos o más Ramas fuertes en aquella ciudad. Tengo
grandes esperanzas para la nación paraguaya… Sin embargo, debido a la tradición
y a la militante influencia ejercida por la Iglesia Católica sobre la gente,
muchos son reacios al bautismo en el presente… Muchos de nuestros amigos e
investigadores ya fueron excomulgados… por haberse asociado a nosotros… usando
cada influencia y medio en su poder para intimidar y asustar a nuestros
investigadores, pero el tiempo vendrá cuando se produzca un quiebre y nuestra
obra prospere.”[xxiv]
Los métodos utilizados para
disuadir a la gente no eran para nada amigables. Frederick S. Williams reportaría
años más tarde: “Las cosas comenzaron a ir tan bien, que la Iglesia Católica se
alertó y empezó a hacer lo que pudo para detenernos (…) Espías averiguaron los
nombres de los investigadores, quienes fueron amenazados con perder sus
trabajos o la oportunidad de recibir atención médica en los hospitales si
continuaban asistiendo a los Servicios mormones. Muchos abandonaron, pero
algunos pocos continuaron asistiendo a las reuniones y preparándose para el
bautismo.”[xxv]
Durante Semana Santa, en la misa
el cura prohíbe a sus fieles aceptar folletos de los misioneros, hablarles, y
asistir a su local, ni siquiera caminar
por la vereda del frente. “Va a costar mucho más convertir a un paraguayo que a
un uruguayo.”[xxvi]
Williams informa por carta a la
Cabecera de la Iglesia en Salt Lake City que en la búsqueda del primer local también
encontraron dificultades. Según el testimonio de una mujer, un alto miembro de
la Iglesia Católica “… la llamó
personalmente y le pidió que no le alquilara la casa a los mormones.
Encontramos la misma dificultad en cada casa por una semana.”[xxvii]
Incluso el Embajador
norteamericano le expresó a Williams su opinión en relación a la influencia
católica y el comenzar una misión mormona en Paraguay: “Quizás, en los últimos
veinticinco años es el momento más inoportuno para comenzar la obra misionera
aquí”, dado que al ser considerado Año Santo la Iglesia Católica estaba
agitando el ánimo de sus miembros, generando una especie de sentimiento anti
protestante.
Esperanzas y recompensas
En 1954 el Pte. Frederick S.
Williams se encontró con Pte. David O. McKay, quien le consultó su opinión como
ex Presidente de Misión sobre la obra en Paraguay, preocupado ante la
posibilidad de cerrarla por motivo de que la obra avanzaba muy lentamente.
“Le respondí que confiaba en que
la gente paraguaya respondería… Y le dije que sentía que el encontrar aunque
fuera una sola persona de la calidad de la Hna. Klara Krisch compensaría todo
el esfuerzo”. A lo cual el Pte. David O. McKay respondió: “Siento lo mismo que
usted Pte. Williams.”[xxviii]
A modo de cierre, considero
apropiadas las siguientes palabras de Frederick S. Williams sobre la obra en
Paraguay:
“Las bellotas del árbol del evangelio, que es
lento en crecer, y plantó Elder Melvin J Ballard en Buenos Aires la navidad de
1925, han caído de las ramas que ahora cubren de sombra el Paraguay. Esas
semillas están creciendo y producirán fruto para vida eterna.”[xxix]
[i]
Lundwall, N.B. (Compilador), Temples of the Most High, Bookcraft, Inc., Salt
Lake City, p. 189.
[ii] Williams, F.S. y Williams, F.G,
From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 281.
[iii]
Ídem.
[iv]
Registro histórico de la Misión Uruguaya de setiembre de 1948.
[v]
Ídem. del 26 de julio de 1948.
[vi]
Ídem. del 21 de agosto de 1948.
[vii]
Ídem. del 15 y 16 de enero de 1949.
[viii]
Williams, F.S., El Mensajero Deseret (Revista), marzo de 1950.
[ix] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 283.
[x]
Ídem. p. 284.
[xi]
Williams, F.S., El Mensajero Deseret (Revista), abril de 1949, p. 28.
[xii]
Williams, F.S., El Mensajero Deseret (Revista), diciembre de 1949, p. 20.
[xiii] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, pp. 284 – 285.
[xiv]
Williams, F.S., El Mensajero Deseret (Revista), marzo de 1950.
[xv] Ídem., p. 46.
[xvi] Ídem., p. 44.
[xvii] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 287.
[xviii]
Ídem., p. 288.
[xix]
Williams, F.S., El Mensajero Deseret (Revista), mayo de 1950, p. 21.
[xx] Ídem., abril de 1951.
[xxi] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 288.
[xxii]
Registro histórico de la Misión Uruguaya del 22 de enero de 1951.
[xxiii] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 216.
[xxiv]
Registro histórico de la Misión Uruguaya del 26 de mayo de 1951.
[xxv] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 288.
[xxvi] Registro histórico de la Misión
Uruguaya del 16 de abril de 1950.
[xxvii]
Registro histórico de la Misión Uruguaya del 14 de febrero de 1950.
[xxviii] Williams, F.S. y Williams,
F.G, From Acorn to Oak Tree, Et Cetera, California 1987, p. 288.
[xxix]
Ídem.
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