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Ecos de los Andes: el evangelio se establece en Perú

Antecedentes Con gran entusiasmo misional, en el año 1851, el Presidente Brigham Young autorizó como parte de la Misión del Pacífico a un grupo de misioneros encabezado por el Apóstol Parley P. Pratt a iniciar la obra de predicación en Chile. Era la primera vez que se enviaba misioneros mormones a un país sudamericano. Desafortunadamente, las condiciones sociales y políticas existentes allí, así como las carencias de los propios misioneros en cuanto al dominio del idioma y medios de sustento, causaron que la experiencia no resultara de acuerdo a sus expectativas. [i] Apóstol Parley P. Pratt.  Un gran misionero de la nueva Dispensación. De regreso a su hogar en 1852, Elder Parley P. Pratt escribió una carta al Presidente de la Iglesia donde informó su trayecto y en la cual manifestó la opinión de que si hubiera ido a Perú en lugar de Chile probablemente hubieran tenido más éxito. [ii]  A partir de ese frustrado intento misional, similar a experiencias poco fructíferas en

La Misión Uruguaya con miras a la Casa del Señor: Tempranas referencias al Templo durante la década de 1950

El Templo y sus ordenanzas El Presidente Gordon B. Hinckley (1910 – 2008) enseñó: “Los templos… son recintos sagrados donde se da respuesta a… interrogantes de la eternidad. Cada edificio es dedicado para ser una Casa del Señor, un lugar de santidad y de paz apartado del mundo. En ellos se enseñan verdades y se llevan a cabo ordenanzas…”. Por su parte, el Presidente Boyd K. Packer explicó: “En los templos, los miembros de la Iglesia que se hacen merecedores de entrar en ellos, pueden participar en las ordenanzas redentoras más exaltadas que se han revelado al género humano. Allí, en una ceremonia sagrada, la persona puede ser lavada y ungida, recibir instrucción, ser investida y sellada. Y cuando nosotros mismos hayamos recibido esas bendiciones, podremos oficiar por aquellos que hayan muerto sin haber tenido esa oportunidad. En los templos se efectúan ordenanzas sagradas tanto para los vivos como por los muertos.” (Por ambos discursos completos ver la revista Liahona, Número E

¿Y si la Iglesia se hubiera restaurado en el Uruguay de 1830?

Esa pregunta no es más que el disparador para el ejercicio especulativo que nos proponemos, y no tiene miras de plantear un cuestionamiento hacia el pasado histórico de nuestra iglesia. Reconocemos el llamamiento divino del profeta José Smith y la mano de Dios en la restauración del evangelio y organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a principios del siglo XIX en los Estados Unidos de Norteamérica. Hace un tiempo un amigo me preguntó con escepticismo: ¿Por qué la iglesia tiene su origen en los Estados Unidos y no en otro país, como Uruguay por ejemplo? Si bien eso podría tener varias respuestas, preferimos preguntarnos: ¿En qué condiciones se encontraba nuestro país en 1830 y los años siguientes? ¿Hubiera sido viable la restauración del evangelio en Uruguay a principios del siglo XIX? ¿Las consecuencias para un profeta hubieran sido las mismas aquí que las que sufrieron José y Hyrum Smith? Sin dudas podemos especular sobre sus respuestas. Lo que inten