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Evangelio Restaurado


Transcripción por Renan Apolônio

El texto que se presenta a continuación es la transcripción del primer folleto que se utilizó en la predicación del evangelio en Sudamérica. Fue escrito, publicado y distribuido en las calles de Buenos Aires por los misioneros enviados a este subcontinente en 1925.
Esta transcripción se hizo desde fotografías de un ejemplar original que se encuentra en los archivos históricos de las oficinas del Área Sudamérica Sur (en Buenos Aires). El hermano Néstor Curbelo enseñó ese ejemplar a los participantes del Seminario SUDamericano 2018, del cual participé, en el Parque Tres de Febrero. Uno de los participantes sacó fotos del folleto, y de esas fotos se hizo esta transcripción.


EVANGELIO RESTAURADO
Conferencias todos los Domingos a las 19.30 horas
RIVADAVIA 8972
Por los recién llegados misioneros de Norte América
DE LA
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
SOBRE LA
RESTAURACIÓN DE NUEVO A LA TIERRA DEL EVANGELIO DE CRISTO Y EL RESTABLECIMIENTO DE SU IGLESIA
El publico cordialmente invitado                                              Entrada gratis


Con el fin de establecer una misión evangélica en Buenos Aires, recientemente han llegado a esta ciudad misioneros y altos funcionarios y oficiales de la IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS.
En la calle de Rivadavia Nº 8972 celebran sus cultos y servicios religiosos, y respetuosamente invitan al honorable público de Buenos Aires. Los cultos y servicios se verificarán todos los días domingos a las 19.30 horas.
No se trata simplemente de una misión protestante, pues la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, comúnmente llamada “Mormona”, no es una iglesia protestante, sino que es la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo restablecida en su pureza, con la misma organización de apóstoles y profetas, con los mismos dones y poderes que existieron en la Iglesia de Cristo cuando Él anduvo con los hombres sobre la tierra. El Evangelio que predican en esta Iglesia es también el Evangelio puro de Cristo; restaurado de nuevo a la tierra en estos últimos días, de acuerdo con las palabras del Apóstol Juan en su Revelación, capítulo 14 y versículos 6 y 7: “Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno, para que evangelizase a los que moran en la tierra, y a toda nación, y tribu, y lengua, y pueblo, Diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle gloria; porque la hora de su juicio es venida; y adorad al que ha hecho el cielo, y la tierra, y la mar, y las fuentes de las aguas”.




¿QUÉ, PUES, ES ESTA IGLESIA?
En primer lugar diremos lo que no es. El “Mormonismo” no es una religión nueva. No es un evangelio nuevo. No presenta nuevos ni extraños dioses. No predica a otro Cristo ni aboga a otro Redentor para el hombre, sino Jesús de Nazaret. No presenta ningún plan nuevo de salvación para los hombres. No introduce ningunas ordenanzas nuevas que tienen que observadas, ningunos símbolos nuevos en lugar de las realidades de la gracia y el poder. No enseña ningunos nuevos términos de intimidad con Dios y con Cristo y con el Espíritu Santo. No recomienda ningún sacerdocio nuevo como un medio de autoridad divina para hacer cosas sagradas o administrar en ordenanzas santas. No enseña ningún otro código, sino la ley moral del Evangelio de Cristo. No hace otro resumen de la ley de los profetas sino que “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, de toda tu alma, y de toda tu mente… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No substituye nada por los Diez Mandamientos ni por el Sermón del Monte.
El “Mormonismo” es simplemente una nueva dispensación de la Religión Antigua; del antiguo, el primero, y el único Evangelio, “El Evangelio Eterno” de Jesucristo, con todo lo que es asociado con él, y que le pertenece. Si reclamara ser una religión nueva, un evangelio nuevo, entonces los hombres pronto pudieran disponer de él; pudieran saber que no puede ser verdadero, porque hay tan solamente una sola religión. “Un Señor, una Fe, un Bautismo, un Dios y Padre de todos”. No hay más evangelio que uno: “No hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que nos sea necesario ser salvos” (Actos 4:12); “Mas si nosotros, o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio… sea maldito” (Gálatas 1:8). El “Mormonismo” reclama ser, tan solamente, Una Nueva Dispensación del Uno y Único Evangelio.



¿HA HABIDO UNA NECESIDAD DE UNA RESTAURACIÓN?
En vista de la apostasía predicha por los profetas de Dios que han dejado sus testimonios en las Sagradas Escrituras, y el hecho del cumplimiento de estas profecías entre los hombres, tenemos que confesar que sí. He aquí lo que dice Isaías: “Destruyóse, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra fue mentirosa debajo de sus moradores; PORQUE TRASPASARON LAS LEYES, FALSEARON EL DERECHO, ROMPIERON EL PACTO SEMPITERNO. Por esta causa el quebrantamiento del juramento consumió a la tierra, y sus moradores fueron asolados, por esta causa fueron consumidos los moradores de la tierra, y los hombres se apocaron” (Isaías 24:4-6).
Al reflexionar por un momento se puede ver que esta profecía no tuvo su cumplimiento en el mundo antes de Cristo; y por lo consiguiente, tiene que cumplirse subsiguientemente. En parte se ha cumplido ahora después de Cristo en que los hombres “TRASPASARON LAS LEYES, FALSEARON EL DERECHO, ROMPIERON EL PACTO SEMPITERNO”. La parte que se refiere al asolamiento de los moradores de la tierra tiene todavía que cumplirse, y esto debido a sus maldades. El apóstol San Pablo lo hace claro en su segunda epístola a los Tesalonicenses, capítulo 1:7-10: “Y a vosotros, que sois atribulados, daros reposo juntamente con nosotros, cuando se manifestará el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en fuego de llama, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio del Señor, nuestro Jesucristo; Los cuales serán castigados con eterna perdición procedente de la presencia del Señor, y de la gloria de su poder; Cuando viniere par ser glorificado en sus santos, y a hacerse de admirar, en aquel día, en todos los que creyeron; por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros”.
El mismo apóstol corrige la idea existente entre los de esta misma rama de la Iglesia acerca de que el tiempo de la segunda venida de Cristo estuviera cerca en su tiempo, en las siguientes palabras: “Os rogamos, pues, hermanos, por la venida de nuestro Señor Jesucristo, y por nuestro allegamiento a él, Que no seáis conmovidos prestamente de vuestra firmeza de ánimo, ni seáis alborotados, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como de nuestra parte, como que el día de Cristo esté cerca. No os engañe nadie en manera ninguna; porque no vendrá aquel día, sin que venga antes LA APOSTASÍA, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición; el que se opone, y se levanta sobre todo lo que es llamado Dios, o es adorado; tanto que, como Dios, se asienta en el templo de Dios, haciéndose parecer Dios” (2 Tesalonicenses 2:1-5).
Estas profecías han sido ampliamente cumplidas y actualmente tenemos en el mundo un sinfín de iglesias. “Teniendo la apariencia de piedad, más negando la eficacia de ella”… (2 Timoteo 3:5); y que “No sufrirán la sana doctrina, antes teniendo comezón en las orejas, se amontonarán maestros que les hablen conforme a sus mismas concupiscencias. Y así apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” 2 Timoteo 4:3,4.
En vista de todo esto, la restauración no tan solamente es necesaria, sino a la vez lógica y Dios mediante su nuevo profeta, José Smith, ha efectuado esta restauración. He aquí, las propias palabras de José Smith relatando como fue: “En el segundo año después de cambiarnos del condado de Palmyra al de Manchester, Nueva York, había grande excitación sobre la cuestión de la religión. Grandes multitudes se unieron a las diferentes partidas religiosas, lo que causó mucho movimiento y muchas divisiones entre el pueblo, algunos clamando, “¡He aquí!”, y otros “¡He allí!” En medio de toda esta guerra de palabras, muchas veces me dije a mi mismo, “¿Qué se ha de hacer? ¿Cuál de todas estas partidas es la verdadera?”
Un día leía la epístola de Santiago, primer capítulo, versículo cinco: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándala a Dios, (el cual da a todos dadivosamente, y no zahiere), y serle ha dada”. Nunca ha llegado un pasaje de escritura al corazón del hombre con más poder que este llegó al mío. Al fin me determiné a preguntar a Dios, y me retiré a un bosque para hacerlo. Apenas lo había hecho, cuando un poder se agarró de mí que completamente me dominó. Pero en este instante vi a un pilar de luz que descendió hasta que cayó sobre mí. Cuando descansaba la luz sobre mí, vi a dos personajes cuyo brillo y gloria sobrepasan toda descripción. El uno, señalando al otro, dijo: “JOSÉ, ESTE ES MI HIJO AMADO. A ÉL ESCUCHA”. Pregunté a los personajes cuál de todas las sectas era la verdadera, y a cuál me debería unirme. Se me contestaron que no debería unirme a ninguna de ellas, porque todas andaban errantes. El personaje que me habló, me dijo: “Enseñan por doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo una forma de piedad, más negando el poder de ella. “Y muchas otras cosas me dijo. El relatar esta relación excitó en mi contra mucha preocupación, y fue a causa de mucha persecución en mi contra. Fue, sin embargo, un hecho que verdaderamente había visto yo una luz, y que en medio de esa luz, vi a dos personajes, y ellos, en realidad, me hablaron, y aunque fui odiado por decir que había visto a una visión, sin embargo, supe que era una verdad. Lo sabía, y sabía que Dios lo sabía, y no lo pude negar”.
Después recibió otras visiones, y en una de ellas un ángel le enseñó el paradero de un registro, escrito sobre planchas de oro, que contenía la historia de los antiguos habitantes de América. Obtuvo y tradujo y publicó el registro bajo el título “LIBRO DE MORMÓN”.
El LIBRO DE MORMÓN da a saber lo que los grandes arqueólogos y hombres de ciencia no han podido descubrir desde el descubrimiento de América, a saber, el origen de los Indios de América. Este libro hace saber que son un resto del pueblo de Israel, de la Rama de José, que fue vendido en Egipto, y cuyos padres vinieron a este continente de Jerusalén seiscientos años antes del nacimiento de Cristo. Siendo esto el caso, este libro es de muy grande interés y valor a todos los descendientes de los aborígenes de América. Indudablemente sus padres fueron aquellos a que se refería Cristo cuando dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también he de traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10:16). Efectivamente, Cristo si vino a este continente después de su resurrección y estableció su Iglesia entre los que aquí vivían, y una relación de su visita se encuentra en este sumamente interesante libro.
Los misioneros referidos vienen provistos de aparatos proyectores y placas y películas de retratos tomados de las grandes ciudades arruinadas en México y Centro América; ciudades que fueron edificadas por los antepasados padres de los actuales Indios de América. Todas estas ciudades corroboran la autenticidad del LIBRO DE MORMÓN, y estas vistas serán enseñadas de cuando en cuando en sus servicios.







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