La Iglesia siempre ha manifestado gran interés en el bienestar y porvenir de la juventud. A su vez, los jóvenes han encontrado en el evangelio y la Iglesia restaurada un ambiente propicio donde desarrollar su potencial, socializar y aumentar la fe en el Señor. Naturalmente, en los países sudamericanos lo antedicho no fue una excepción. En general han mostrado una sana curiosidad, disposición y respeto hacia los misioneros y la Iglesia. En Uruguay, la tendencia amigable tuvo su expresión elevada al final de la Segunda Guerra Mundial y durante la década del Cincuenta. La victoria aliada en el campo de batalla europeo y japonés, y la imagen difundida a través del cine otorgó a los norteamericanos de la época, y por ende, a los misioneros de tal origen, cierta admiración de parte de los jóvenes. Asimismo, un par de caballeros vestidos en traje, sombrero, con alrededor de veinte años de edad, carisma y complicado acento anglosajón, caminando por calles empolvadas de pueblos monót