La experiencia dominical pasada, en la cual no hubo reuniones en la capilla y la adoración se centró en el hogar, por causa de la pandemia de COVID-19 o Coronavirus, trajo a mi recuerdo haber leído en los anales de la iglesia que a mediados del siglo pasado, en 1955 específicamente, hubo en Uruguay una situación similar aunque a menor escala, relacionada a una gran epidemia de otro virus contagioso, Poliomielitis.
La Polio es un virus que infecta principalmente a niños, afectando el sistema nervioso y que puede causar parálisis o incluso la muerte.
Cuando la polio atacó a la población a finales de 1954 y principios de 1955 se contagiaron miles. Se suspendieron las clases y otro tipo de actividades y eventos con el fin de evitar su propagación. Se consideró cerrar las fronteras con Argentina y Brasil, también afectados grandemente por el virus. Aún no había vacuna para contrarrestar el mal.
La Iglesia no fue ajena a esta situación. Lo que se transcribe a continuación nos ayuda a visualizar la situación que se vivió y las medidas que se tomaron al respecto. Por medio de la historia, esta como muchas otras, podremos comprobar una vez más que si bien este es un momento histórico, no es inédito.
Es muy interesante apreciar que en ausencia de las redes sociales y otras vías de comunicación contemporáneos, los medios para estar comunicados era la prensa escrita y el cierre de las salas de cine como alarma general.
Es muy interesante apreciar que en ausencia de las redes sociales y otras vías de comunicación contemporáneos, los medios para estar comunicados era la prensa escrita y el cierre de las salas de cine como alarma general.
Carta de la Misión Uruguaya a los miembros y apuntes históricos extraídos del Manuscrito de la Misión Uruguaya 1947 - 1976, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City:
Misión Uruguaya, Brito del Pino 1525, 12 de marzo de 1955
(…) La epidemia de polio se está volviendo tan general que se deben tomar medidas drásticas para evitar aglomeraciones de grandes grupos de personas. Al momento esta es la situación:
1- Todos las personas de 18 años y menores tienen prohibido participar de actividades de la escuela y la iglesia (…) Presidentes de rama, no permitan que nadie en ese rango de edad ingrese a los locales a ninguna reunión.
2- Primaria y Escuela Dominical para jóvenes están suspendidas hasta próximo aviso (…).
3- En cualquier momento podemos recibir la noticia de que se deben suspender todas las reuniones, una vez más los presidentes de rama serán guiados por lo que se anuncie en los periódicos.
4- Prestar mayor atención al higiene personal (…) Misioneros deben evitar aglomeraciones como en el cine, eventos deportivos, etc.
Hemos conversado con “Salud Pública”, que sugiere que evitemos todo contacto social. Por lo tanto, todas las conferencias que estaban agendadas entre hoy y el 11 de abril quedan canceladas. Sin embargo, se continuará con las reuniones dominicales regulares hasta que no se avise lo contrario. En caso de que se suspenda tanto en Montevideo, alguna ciudad del Interior o para todo el país, la proyección de películas [en cines], se procederá a suspender automáticamente todas las reuniones de las ramas.
(…) Lamentamos esta situación y solicitamos a todos su total cooperación (…)
Sinceramente,
La Presidencia de Misión
El 31 de marzo se informó: "(…) ha decaído la asistencia a las reuniones de la iglesia y actividades, no solo por el hecho de que los niños tienen restringido participar, sino que los adultos con hijos a cargo, al no tener donde dejarlos se ven impedidos participar. Ningún miembro, misionero o investigar al momento ha sido infectado.”
El 15 de abril, la Primera Presidencia de la Iglesia, donó una importante suma al Ministerio de Salud Pública, a fin de colaborar con el tratamiento a las víctimas de polio.
30 de junio de 1955: “En el verano de 1955, Uruguay se vio afectado por la peor epidemia de polio en su historia (…) Se hizo la consulta, y ningún miembro, misionero o investigador fue contagiado durante esta epidemia. Sentimos que el Señor estuvo con nosotros durante este tiempo de prueba.”
Por Santiago Carbajal
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